lunes, 9 de mayo de 2011

EL ENIGMÁTICO C.F.R.


Por Walter Graziano - Parte 20

Hacia 1921, una vez terminada la Primera Guerra Mundial y derrocado el régimen zarista en Rusia, la élite petrolera financiera anglonorteamericana ya tenía en sus manos —o estaba por tenerlo— el control de los combustibles fósiles en prácticamente todo el mundo.

El zar Nicolás II, que había representado un duro obstáculo para este objetivo, ya no gobernaba Rusia sino que lo hacían los bolcheviques, quienes en poco tiempo más firmarían los primeros contratos con las petroleras anglonorteamericanas. Al controlar la energía del mundo y al influir en sus precios, cse puede controlar también a qué ritmo éste puede crecer, qué rango de salarios reales recibirán los trabajadores, qué cantidad de gente podrá obtener trabajo o no, etc., etc.

Sabedores del real poder que implica controlar a la vez la energía y la banca (incluidos los bancos centrales más poderosos del mundo), estos pocos clanes familiares (Rockefeller, Harriman, Rothschild, entre otros) decidieron establecer dos entidades gemelas, al estilo thinktanks, en Nueva York y Londres. Nacieron así el Council on Foreign Relations (CFR) y el Royal Institute for International Affairs (RIIA). A los fines prácticos, ambas entidades operan como una sola.


El CFR está compuesto por cerca de tres mil miembros (más de 2.400 estadounidenses), entre los cuales siempre se han contado políticos, economistas, militares, periodistas y educadores. Actúa esta entidad, supuestamente, como un foro de discusión para el debate de las ideas y para mejorar la calidad de vida de los habitantes del mundo. (Cualquier lector puede visitar su sitio oficial en wivw.cfr.org.) Sin embargo, se trata de una institución particular. Su presidente honorario es David Rockefeller.

¿Qué persigue el CFR? ¿Qué buscan los clanes familiares como los Rothschild, los Rockefeller y el Carnegie Endowment for International Peace, que financiaron la creación de los thinktanks? Durante décadas han perseguido la globalización, o sea, el debilitamiento de los Estados nacionales, que permite a las grandes multinacionales instalarse en todo el mundo y ejercer el verdadero poder en zonas del planeta donde hasta hace años no tenían entrada. Todo esto se entiende mejor si se tiene en cuenta que el CFR desciende, en realidad, de la llamada Sociedad Fabiana, a la cual Cecil Rhodes (FOTO) y el clan Rothschild financiaban en Inglaterra hacia fines del siglo XIX.


La Sociedad Fabiana, a través de un núcleo de intelectuales, muchos de ellos escritores, pretendía instaurar en el mundo entero el socialismo a través de una manera evolutiva no revolucionaria. Veamos cómo enfoca un especialista en el tema, Edgard Wallace Robinson, a la Sociedad Fabiana: "En 1833, un pequeño grupo de socialistas se reunió en Londres, anunciando su intención de transformar el sistema económico británico del capitalismo al socialismo. Este grupo eligió el nombre de Sociedad Fabiana. Uno de los miembros líderes de la Sociedad Fabiana fue George Bernard Shaw, quien quizá mejor resumió las intenciones de la misma: (...) el socialismo significa igualdad de ingresos o nada (...) Bajo el socialismo no se permitiría que nadie fuera pobre. Forzadamente se lo alimentaría, vestiría, acomodaría, se le enseñaría y emplearía, le guste o no. Si se descubriera que una persona no tiene el carácter suficiente para valer todo este trabajo, posiblemente se lo ejecutaría de una manera gentil. Pero si se le permitiera vivir, debe vivir bien'."

El objetivo era igualar lo más posible la forma de vida, la riqueza, las costumbres, el acceso al trabajo y, hasta donde sea posible, incluso la religión de las masas en todo el mundo. Notaremos que esta pretensión no es muy diferente de lo que pensaba Cecil Rhodes (FOTO), y ello explica el financiamiento que el aristócrata inglés le brindó a la Sociedad Fabiana.

Pero ¿por qué el apoyo de los Rothschild? Muy sencillo. A los acaudalados y poderosos clanes familiares que conforman la élite, les conviene generar un régimen social de naturaleza mundial que les pueda hacer conservar el poder. Un régimen socialista en tal sentido los beneficia. Las principales y básicas diferencias con un régimen como el soviético serían dos. En primer lugar, los medios de producción, el capital y las empresas no serían propiedad del Estado como en la ex URSS, sino de unos pocos clanes familiares. En segundo lugar, sería necesaria la generación de bipartidismos para crear la ilusión de democracias, en masas cada vez más socializadas que creen votar por partidos, políticos e ideas diferentes, cuando en realidad el CFR controla los dos lados, como lo son en última instancia las elecciones.

Lo cierto es que el candidato demócrata que se presentaba como mayor rival de Bush hijo en su re-elección de 2003, el general Wesley Clark, es también un muy prominente miembro del CFR, desde hace muchos años.

Quizás a esta altura el lector se pregunte cómo es esto de que mientras la élite ansia una masificación colectivista de tipo comunista o socialista, al mismo tiempo ha financiado y ayudado a generar regímenes totalitarios opuestos como el Tercer Reich de Hitler. Vale la pena recordar que la mejor forma de controlar un gran conflicto a nivel global es, precisamente, generar opuestos tan antagónicos como el nazismo y el socialismo rojo. Además, de cada uno de esos regímenes a la élite le apetece algo. En el caso de la extrema derecha, la organización verticalista, promoviendo un sistema casi de castas sociales, con los medios de producción en manos privadas. Del socialismo rojo, a la élite no le desagrada el grado de masificación de las poblaciones, que las convierte en muy susceptibles de controlar.

En otras palabras, se acerca bastante a lo que George Orwell (FOTO), en su novela 1984, presagiaba como "colectivismo oligárquico".


No hay comentarios: