Por Luis Ammann
Una sociedad organizada debe tener un amplio margen de tolerancia para el disenso y garantizar la libertad de expresión para todos, no sólo de los partidarios sino también de los opositores. Recorriendo hace un par de años los países de América Latina con gobiernos populares -Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay, Venezuela-, nos hemos encontrado con el mismo cuadro: tienen más medios de comunicación los sectores opositores que los gubernamentales. Esto revela la falta de trabas y muestra una paradoja: esos medios -los muchos y poderosos- hablaban de la falta de libertad de expresión.
Hoy, me dicen los que hacen el mismo camino que hicimos, han virado su discurso y se refieren al peligro de que algo negativo para sus intereses suceda. Ahora, no es que falte, pero está en riesgo la libertad de expresión.
En Argentina ocurrió y ocurre otro tanto. Los adjetivos que se dicen acerca de la señora presidente -por supuesto no vamos a repetirlos- muestran el odio de clase y la impotencia de quienes se expresan; a tal punto, que inquieta un poco la laxitud de las figuras penales que encuadran los agravios. Pero, preferimos quedarnos con la inquietud, a tener una norma de más.
Así como es de clara su estrategia, sus tácticas son erráticas y no conducentes para que se cumpla el objetivo. La última embestida, por ejemplo, comenzó con una campaña mediática para “cuidar la democracia” y atacaron a los pilares del poder político de la presidente: los trabajadores y la CGT y ahora, ya vencidos, dan palos de ciegos.
Si tuviéramos que trazar un camino con los hitos del proceso que ha seguido la oposición nos encontraríamos con un dibujo que tiene la coherencia del vuelo de la mosca buscando su alimento..
Una variante es la queja en los escenarios internacionales, donde les hacen eco sus colegas de intereses, el coro de zonzos y sus socios continentales, agrupados en la SIP, es decir, otros empresarios, una agrupación de ellos mismos. Por eso les han llamado para que elaboren alguna queja que pueda exponerse con mayor alcance. ¿Saben qué pensamos de eso? Que está muy bien. Poder hacerlo es una prueba de la libertad de expresión que hay en Argentina.
Podemos agregar algo más: no sólo hay libertad de prensa, también hay libertad de empresa y mientras cumplan con la ley nadie puede tocar un diario, un canal, una radio, entre nosotros. Lo único a tener en cuenta es que se acabó el monopolio del papel, la absorción de pequeños canales, la concentración de medios de radiocomunicación y de periódicos.
La buena noticia para capitalistas de ley es que tendrán que competir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario