miércoles, 11 de mayo de 2011

EL FMI Y LA CRISIS DEL 2001


Por Walter Graziano - Parte 28

En muchas ocasiones, cada vez más acentuadas durante los años '90 e inicios del nuevo milenio, el FMI ha hecho la "vista gorda" ante gruesas inconsistencias macro económicas de muchos países miembros. El caso argentino es un ejemplo clásico. Se sabía que el régimen de convertibilidad no podía ser mantenido indefinidamente y que, cuanto más tarde fuera el ajuste, más doloroso sería para la Argentina, porque más deuda pública y privada se acumulaba para sostener la irreal paridad cambiaría de uno a uno entre peso y dólar. A pesar de ello, el FMI hizo la "vista gorda" ante este factor, porque los grandes acreedores de la Argentina, que posibilitaban la ficción de uno a uno entre el peso y el dólar no eran los grandes bancos de Nueva York y Londres sino millones de pequeños inversores tenedores de bonos y deuda estatales, millones de aportantes a las sociedades de jubilación y pensión (AFJP) y de pequeños inversionistas en fondos de inversión. Mientras fuera posible seguir colocando bonos de deuda argentinos en los mercados, los grandes bancos norteamericanos e ingleses podían seguir cobrando honorarios y comisiones muy jugosos sin arriesgar un solo centavo de su propio capital en operaciones de crédito a la Argentina.


Por lo tanto, los damnificados de una potencial crisis financiera como la que acaeció a fines de 2001 no iban a ser precisamente los miembros de la élite financiero petrolera. Más bien, todo lo contrario: la situación de extrema debilidad en la que cayó la Argentina les hacía ganar posiciones a la hora de negociar con eventuales gobiernos argentinos futuras inversiones y préstamos al país.

Es necesario tener en cuenta, entonces, que es imposible que a todos los funcionarios del FMI relacionados con la Argentina se les haya "escapado" la inevitabilidad de la crisis. El punto es que, mientras en Wall Street se podía seguir ganando con canjes, mega canjes, etc., etc., no resultaba conveniente acelerar la salida de la convertibilidad, aunque luego esto se pagara muy caro. Además, una vez de rodillas, la Argentina perdería más independencia y grados de libertad en sus decisiones internas. Ello era un objetivo de la élite.

Hemos citado el caso argentino simplemente porque quizá sea uno de los más paradigmáticos y porque muestra a las claras cómo el FMI, lejos de cumplir como debiera con una verdadera tarea en un mundo realmente democrático, está al servicio de los intereses de unos pocos clanes familiares y de las mega corporaciones que éstos poseen.

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