domingo, 22 de mayo de 2011

LA ORDEN (1)


Por Walter Graziano - Parte 32

CONTINUACIÓN DE LA PUBLICACIÓN ANTERIOR: SKULL AND BONES

La Orden ha logrado hasta ahora permanecer casi en absoluto secreto. En los primeros 150 años de su existencia en la Universidad de Yale no se escribió ningún libro acerca de la existencia de este grupo minúsculo, y sólo aparecieron dos artículos periodísticos aislados, de los cuales se tenga noticia. El investigador Antony Sutton estaba trabajando acerca de hechos muy llamativos y relacionados con esta sociedad. Había descubierto cómo Wall Street financió la revolución bolchevique y la caída del zarismo en Rusia, y pocos años más tarde estaba financiando nada menos que al peor enemigo del comunismo: a Hitler.

No sólo la élite financiaba extremos tan opuestos como a Lenin y Hitler, sino que además les vendía a ambos lo que necesitaban para desarrollarse y convertirse en mortales enemigos entre sí. A Hitler le vendían las materias primas de las cuales Alemania carecía, y además se la ayudaba a desarrollar, como hemos visto, combustible sintético, del que Hitler no disponía. A la Rusia soviética, en cambio, que poseía muy abundantes materias primas, se le vendían armas y tecnología de punta comparable con la alemana y la norteamericana. Ocurre que tras la revolución bolchevique de 1917, Rusia dependía totalmente de la tecnología occidental para subsistir. Esto debe quedar claro. No sólo se le vendían armas, sino también los bienes de capital indispensables para desarrollar todo tipo de actividades.


Sin la ayuda de WallStreet, en Rusia no se hubiera podido prender la luz, tomar agua, ni siquiera cocinar... Tal era la escasez de capital y bienes en el estado preindustrial en el que se hallaba Rusia en 1917. Sin embargo, no nos ocuparemos aquí de estos temas históricos. Serán tema de un nuevo volumen. Sólo diremos que Sutton estaba más que sorprendido y no encontraba la causa por la cual la élite financiera de WallStreet había financiado a ambos bandos, y colaborado a generar así la Segunda Guerra Mundial. El misterio se acabó para Sutton cuando en 1983 recibe, de miembros anónimos y "arrepentidos" de La Orden, material secreto como para develar el misterio de la financiación simultánea de WallStreet a nazis y comunistas.


En 1984, Sutton publica la obra y el misterio comienza a desvanecerse para ir generando uno aún mayor. Lo que había ocurrido habría sido lo siguiente: La Orden fue fundada en la Universidad de Yale por el magnate del opio estadounidense William Russell y por Alfonso Taft (FOTO), padre de la única persona que fuera a la vez, sucesivamente, presidente de la Nación y presidente de la Suprema Corte de Justicia a inicios del siglo XX. El origen germano de La Orden se debe a que Russell habría estado en la Universidad de Ingolstadt (Baviera) en 1831 y 1832, habiendo tomado allí contacto con una sociedad secreta (los illuminati). En esa época, en Baviera, Alemania, y en toda Europa, causaban furor las ideas del idealismo alemán sus máximas figuras eran Friedrich Wilhelm Georg Hegel y su antecesor Johann Fichte.

Hegel pensaba que el Estado era absoluto. Reducía al individuo y al individualismo a casi nada. Para Hegel, la libertad individual es sólo un concepto abstracto que el individuo puede alcanzar en tanto y en cuanto éste acepte su total sujeción al Estado y su dependencia de él. Una verdadera libertad individual para Hegel no existe. El Estado sería así omnipresente. Sin embargo, en términos prácticos, y esto lo habrían entendido muy bien y muy rápidamente Kussell y los miembros de la élite, el Estado no es más que una ficción, en el sentido de que se trata de un ente abstracto.
Alguien debía estar, entonces, atrás del Estado, moviendo los hilos del poder. ¡Quién mejor, según el particular concepto de la élite, que ellos mismos para encargarse de esto! Es necesario tener en cuenta que la élite no era una profunda estudiosa de uno de los filósofos más complicados de entender que se recuerde, Hegel. Al pragmático estilo anglosajón, fueron utilizados ciertos dispositivos, ciertas nociones de la filosofía hegeliana que se consideraron sumamente útiles para desarrollar un muy sofisticado esquema de dominio con motivaciones globales.
Si tan sólo pensamos que tanto el marxismo comunista como el nazismo hitleriano fueron influidos, en buena medida, por la dialéctica y el idealismo de Hegel, queda claro que, en términos de dominio, hay una metodología en común, entre ambos sistemas, que excede sus diferencias.

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