domingo, 22 de mayo de 2011

LA ORDEN (2)


Por Walter Graziano - Parte 33

La élite habría razonado que, si se necesitan cambios sociales para ejercer un poder global, y si sólo pueden ser realizados por un conflicto entre dos facciones antagónicas, opuestas entre sí en un proceso dialéctico de tipo hegeliano, ¿qué mejor entonces que controlar el conflicto? Dicho de otra manera, si se puede influir de manera muy importante en los dos bandos de un mismo conflicto y se puede tener cierta influencia low profile en su desarrollo, la élite bien podría entonces predecir, si bien no con exactitud, al menos con bastante precisión el resultado del mismo, y manejar lo más posible la realidad de acuerdo con sus propios intereses. Veamos qué pensaba Sutton, al momento de publicar su obra en 1984:

"En el sistema hegeliano el conflicto es esencial. Para Hegel, y los sistemas basados en Hegel, el Estado es absoluto. El Estado requiere completa obediencia del ciudadano individual. Un individuo no existe por sí mismo en los llamados sistemas orgánicos, sino sólo para cumplir un rol en las operaciones del Estado. Encuentra la existencia sólo en obediencia al Estado. No había libertad en la Alemania de Hitler, ni la hay para el individuo bajo el marxismo. Tampoco la habrá en el Nuevo Orden Mundial. Y si suena como 1984 de George Orwell, es porque lo es."

El eslogan vendría a ser: "Un conflicto controlado produce el resultado deseado". En un mundo con sólo la apariencia de libertad individual, si un reducido grupo de gente muy poderosa maneja desde las sombras al Estado, puede intentar inducir el curso de la historia y lograrlo por un período prolongado. Es posible que algunos sucesos no ocurran como fueron previstos, pero también es posible intentar corregirlos.

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