https://sleepwalkings.wordpress.com/2011/06/12/ovnis-y-hermetismo-el-silencio-del-poder/
LA OBRA POR EXCELENCIA
La unión de los dos triángulos del fuego y del agua, o del azufre y del mercurio reunidos en un solo cuerpo, engendra el astro de seis puntas, el Sello de Salomón, también llamado Sello de Hermes, jeroglífico de la Obra por excelencia y de la Piedra Filosofal realizada.
Fulcanelli señala que este símbolo es la misma Estrella de los Magos. Y después de enfocar el misterio de la Estrella de los Magos desde los más variados ángulos, lo único que podemos afirmar al cabo de casi dos mil años de su aparición, es que la «estrella» sigue siendo para nosotros, con todas sus letras, un objeto volante y luminoso no identificado.
Aparece íntimamente ligado a todo esto la cábala fonética.
EL GAY SABER
Conocido de todos es el pasaje en que Jonathan Swift , el singular deán de San Patricio, en boca de Gulliver, nos refiere la visión que éste tuvo de la «isla volante», un «cuerpo movible y opaco, muy grande, que parecía fluctuar en el aire», cuya base era «plana, compacta y resplandeciente». Los Viajes de GulliverSwift era un iniciado en los conocimientos que proporciona el Gay saber, la Gaya ciencia, la Lengua de Corte entre los antiguos incas (recordemos las analogías entre la Orejona de la leyenda inca y Isis, Ceres y Cibeles) o sea, el argot, la cábala hablada.
Nos informa Fulcanelli que los argotiers, los que utilizan el argot (lengua particular de todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin ser comprendidos por los que les rodean), lengua en que se expresaban todos los iniciados, son descendientes herméticos de los argonautas, los cuales, a bordo de la nave Argos —nombre que indica la rapidez o la blancura luminosa—, fueron en busca del Vellocino de Oro, que Frixos había ofrecido a Aetes, hijo del Sol, después de que un carnero, con el vellón de oro, le transportara, atravesando los aires y los mares, a la isla de Aea, país donde «los rayos del sol se encierran en una cámara de oro».
Y bajo el signo del carnero, bajo el signo de Aries, el 12 de abril, se celebraban en Roma las Cereales (en honor de Ceres —recordemos una vez más la analogía Ceres-Isis-Cibeles-Orejona). En las procesiones llevaban un huevo. Y de huevos celestes brotaron a la vida los dioscuros Cástor y Pólux, que formaban parte de la expedición de los argonautas, y que fueron colocados por Zeus como estrellas (pensemos en Qetzalcoatl) en el firmamento. Por último, digamos que las figuras de huevos celestes de los que emergen, en distintas leyendas y mitos antiguos, determinados personajes, caen fácilmente bajo el enfoque de naves espaciales, de cápsulas espaciales, de las que emergen unos tripulantes de las mismas. La forma de huevo es muy frecuente en casos de OVNI recientes (Valensole, Socorro, etc.)
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