Por Francisco Mañez
La existencia de OSNIS (objetos submarinos no identificados) ha sido parcialmente recopilada por la ufología. No obstante, la falta de rigor en la investigación ha logrado que veamos aparatos extraterrestres en lugar de los misteriosos submarinos que a lo largo de la historia han protagonizado una serie de casos en verdad desconcertantes.
El OSNI de Golfo Nuevo (Argentina) no es una simple leyenda reflejada en los libros de ufología, aunque, para atribuirle un origen no humano, los ufólogos se vieron obligados a manipular la información omitiendo la mayor parte de los hechos, las observaciones de los testigos e, incluso, las declaraciones oficiales.
Los acontecimientos: El 30 de abril de 1945 se radiaba la orden “Regenbogen” (autohundimiento) a la flota de submarinos alemana, y para el desconcierto de los comandantes, el 4 de mayo, recibieron la contraorden. El día ocho el almirantazgo británico lanzaba una humillante advertencia que les llevó a protagonizar hazañas que han pasado a la historia: Navegarían en superficie hasta los puertos en donde debían entregarse, ondeando una bandera negra, como si fueran piratas.
La derrota se unía ahora a la humillación y al miedo a ser tratados como auténticos corsarios por sus enemigos. Uno de los mejores refugios que les quedaba era Argentina. Aquel país poseía una antigua y considerable población alemana, y el gobierno argentino, aunque neutral durante el conflicto, había sido favorable a la causa germana.
La llegada de algunos submarinos despertó el interés internacional. Los casos del U-530, que arribó al Mar de
El 25 de junio, un informe de
El motivo para esta presencia de submarinos germanos puede encontrarse en los informes del interrogatorio de Heinz Schaeffer, comandante del U-977: “Una de las principales razones para que yo procediera hacia Argentina fue por la propaganda alemana, que exhibió que al final de la guerra, todos los alemanes serían esclavizados y esterilizados. Otra consideración fue el maltrato y el largo retraso en volver a casa sufridos por los prisioneros de guerra alemanes retenidos en Francia al final de
La gente comenzó a notificar la presencia de submarinos por toda la costa, y
Esta presencia de submarinos, que parecía una clara consecuencia del final de la guerra, debería haber desaparecido por completo con el paso del tiempo, no obstante, durante los años siguientes las observaciones continuaron. Los submarinos comenzaron a ser llamados “sumergibles fantasmas”, ante la aparente imposibilidad de que los navíos alemanes, careciendo de una base en donde obtener repuestos y combustible, siguieran navegando, siendo capaces de eludir a
Lo más sorprendente ocurrió quince años después del final de
Tras la caída de Perón, la actitud de las fuerzas armadas argentinas comenzó a ser hostil frente los sumergibles fantasmas. En febrero de 1957, los barcos y la aviación militar argentina hostigaron a un sumergible fantasma que apareció en Río de
El 22 de mayo de 1958, el presidente Arturo Frondizi reconoció la presencia de un sumergible desconocido en
La historia de la batalla del Golfo Nuevo comenzó el 30 de enero de 1960, cuando unidades de instrucción de los cadetes navales navegaban por este golfo situado a
A partir de este momento, diversos testigos, lo describieron como un navío del tipo “
El alto mando movilizó todas las fuerzas que tenía a su disposición. El submarino intruso pareció ser localizado dentro de Golfo Nuevo a
El contratorpedero “Cervantes” y los patrulleros “King” y “Muratore” sembraron de minas los
Se llegó a pensar que se trataba de un submarino atómico, teniéndose en cuenta la velocidad que le atribuían ciertas informaciones de prensa. Otro navío pareció unirse al primero dentro de Golfo Nuevo, o como informaron las emisoras de radio locales, eran dos los submarinos atrapados desde el principio.
Pese al despliegue, el submarino seguía sin ser hundido. El 11 de febrero el presidente Frondizi ordenó el ataque total. En la operación participaron trece navíos y cuarenta aviones, mientras se desviaban las rutas comerciales aéreas y marítimas para evitar cualquier accidente, y los periodistas eran excluidos de la zona de operaciones. A los cazas de la marina se les unieron los bombarderos pesados argentinos.
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