domingo, 26 de junio de 2011

EL OSNI DEL GOLFO NUEVO - 2


Por Francisco Mañez

El día 13, el submarino seguía sin ser hundido, y su situación pareció desesperada cuando llegaron las modernas cargas de profundidad, bengalas de aviones, boyas preparadas con detectores de sonido y diverso material antisubmarino del tipo más avanzado suministrado por los Estados Unidos.

Con el material también llegaron los especialistas estadounidenses en la guerra antisubmarina. Trece de ellos eran veteranos de la Segunda Guerra. El equipo de técnicos estaba dirigido por el capitán Ray Pitts, de la Jefatura de Operaciones Navales, quien debía asesorar al vicealmirante Alberto Raga, jefe de Operaciones Navales de la Argentina.

Las cargas de profundidad eran arrojadas cada diez minutos y tenían una doble función. En primer lugar, atemorizar a la tripulación para que se rindiera, y en segundo lugar, impedir que los buzos del submarino salieran a reparar las supuestas averías.

El 14 las fuentes oficiales informaron que la tripulación del submarino había rechazado el ultimátum que les daba a elegir entre rendición o muerte. Ese día un rayo de esperanza pareció iluminar la suerte del navío. Dos nuevos submarinos gemelos comenzaron a maniobrar alrededor de la escuadra de guerra argentina, intentando llamar su atención y distraerla para ayudar a la evasión del sitiado.


El tamaño de estos era gigantesco, siendo mayores que el navío cercado, aunque no se pudo identificar el modelo de los nuevos submarinos. La esperanza se vio enturbiada con la intervención del portaaviones argentino “Independencia”.

Durante todo este tiempo el sumergible fantasma escapó de forma misteriosa a la detección electrónica. El día 15 reinó el pesimismo en los círculos navales cuando desapareció por completo de las pantallas de sonar.

Según las declaraciones del ministro de defensa, Justo Vilar: “No sabemos si el submarino ha conseguido eludir nuestra vigilancia y escapar”. Sin embargo, se aseguró que el “King” lo localizó y atacó, con ayuda del “Murature”, dos días después, mientras los técnicos estadounidenses se trasladaban a Puerto Madryn para ayudar en asalto naval. Pero el día 18, las fuentes oficiales informaban que el submarino fantasma parecía haber conseguido escapar a mar abierto.

De nuevo la Armada Argentina confirmaba que el día 20 el submarino había sido detectado otra vez, y se preparó una nueva ofensiva total usando las modernas armas estadounidenses. En aquella jornada se reunió la mayor concentración aeronaval desde la Segunda Guerra. Durante la madrugada del día 21 el submarino apareció de nuevo frente a los asombrados observadores, momento en el cual fue lanzado uno de los nuevos torpedos electrónicos.

Este nuevo tipo de arma nada tenía que ver con los clásicos torpedos de la Segunda Guerra. Su poder de destrucción y precisión eran formidables para aquella época. Al llegar a 50 metros del fondo se activaba un dispositivo que lo guiaba hasta su objetivo.


El torpedo, incomprensiblemente, erró su objetivo y fueron lanzados otros del mismo tipo, que no dieron en el blanco. La aviación entró entonces en acción lanzando nuevos torpedos dirigidos por sonar, pero los resultados fueron nulos. Al mismo tiempo, desde la costa, se podía escuchar el tableteo constante de la artillería ligera.

El día 22 las noticias, no confirmadas, afirmaban que un submarino emergió a la superficie, mientras perdía gran cantidad de aceite debido a que había sido alcanzado dos veces. Sin embargo, tras la ofensiva fracasada de la madrugada del día 21, el 23 un comunicado de la marina argentina explicaba: “Las aguas del Golfo Nuevo fueron cuidadosamente cribadas en los días 21 y 22 de febrero, sin que se estableciera contacto con submarinos incursores, lo que sugiere que hayan podido escapar. A pesar de esta presunción, pudiera quedar algún incursor en el Golfo Nuevo, o volver a entrar en él para resguardarse. Por ello, la Marina ha decidido reducir la intensidad de la búsqueda al mínimo compatible con la adecuada vigilancia antisubmarina”.

El 25 la Marina anunció la suspensión definitiva de la búsqueda de los submarinos no identificados detectados en el golfo.

El origen de los submarinos: El 13 de febrero el diario Las Provincias (España) publicaba un teletipo enviado por William L. F. Horsey, en el que se resumían los principales datos sobre el misterioso submarino. El navío era de los fabricados en Alemania durante la Segunda Guerra, desplazaba unas 1.700 toneladas y parecía proceder de algún país oriental, existiendo opiniones de peso para creer que se trataba de un navío soviético.

Desde su primera inmersión, tras ser visto, había salido a la superficie unas siete veces volviendo a sumergirse inmediatamente, lo que, a juicio de los técnicos, revelaba que la carga eléctrica de sus máquinas procedía de baterías que debían ser recargadas cada veinticuatro horas.

El agregado soviético en Buenos Aires, Constantine Kourin, rechazó la idea de que las naves fueran de su país, y el viceprimer ministro Anastas Mikoyan, que estaba de visita en Cuba, realizó una confusa declaración: “... lo único que van a matar es un montón de peces”. Lo que se transformó en realidad cuando, en la orilla opuesta al lugar en que se presumía estaba oculto el submarino, a unas 40 millas de Puerto Madryn, comenzó a aparecer una gran cantidad de pescado muerto flotando en el mar y cierto número de cadáveres de pingüinos, pero ningún resto de una posible avería del submarino.

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