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Según Giannini y Palmer, el vicealmirante Byrd anunció en febrero de 1947, antes de un supuesto viaje de 2.750 km. a través del Polo Norte: "Me gustaría ver la tierra más allá del Polo. Esa área más allá del Polo es el centro del Gran Enigma."
Giannini y Palmer decían también que, durante su supuesto vuelo sobre el Polo Norte en 1947, el vicealmirante Byrd comunicó por radio que veía debajo de él, no nieve, sino áreas de tierra con montañas, bosques, vegetación, lagos y ríos y, entre la maleza, un extraño animal que parecía un mamut.
También, según Giannini y Palmer, en enero de 1956, después de dirigir otra expedición a la Antártida, el vicealmirante Byrd había manifestado que su expedición había explorado 3.700 km. más allá del Polo Sur y, además, justo antes de su muerte, Byrd había dicho de la tierra más allá del Polo que era "un continente encantado en el cielo, tierra de misterio permanente". Esa tierra, según otras teorías, era la legendaria Ciudad del Arco Iris, cuna de una fabulosa civilización perdida.
Para Giannini y Palmer, los comentarios atribuidos al vicealmirante Byrd no hacían más que confirmar que la Tierra tiene una forma "extraña" en los Polos, algo parecido a un "donut", con una depresión que, o bien se hunde muchos kilómetros en las entrañas de la Tierra, o forma un agujero gigante que pasa a través del eje de la Tierra, de un polo a otro.
Dado que, por razones geográficas, es imposible volar 2.750 km. más allá del Polo Norte o 3.700 km. Más allá del Polo Sur sin ver agua, es lógico pensar que el vicealmirante Byrd debe haber volado hacia dentro de las enormes cavidades convexas de los polos, dentro del Gran Enigma del interior de la Tierra y que, si hubiera seguido adelante, habría llegado a la base secreta de los OVNIS que pertenecen a la super-raza oculta, quizás la legendaria Ciudad del Arco Iris que Byrd habría visto reflejada en el cielo.
La posibilidad de que la Tierra sea hueca, de que se pueda entrar en ella a través de los polos Norte y Sur, y de que civilizaciones secretas florezcan en su interior, ha espoleado las imaginaciones desde tiempo inmemorial.
Así, el héroe babilonio Gilgamesh visitó a su antepasado Utnapishtim en las entrañas de la Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de rescatar a Eurídice del infierno subterráneo; se decía que los faraones de Egipto se comunicaban con el mundo inferior, al cual accedían a través de túneles secretos ocultos en las pirámides; y los budistas creían (y creen) que millones de personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo gobernado por el rey del mundo.
El mundo científico no fue inmune a esta teoría: Leonard Euler, un genio matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que contenía un sol central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley (FOTO INFERIOR), descubridor del cometa Halley y astrónomo real de Inglaterra en el siglo XVIII también creía que la Tierra era hueca y albergaba en su interior tres plantas.
Ninguna de estas teorías estaba sustentada científicamente, pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo tema, las más importantes eran Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe (1833), en la cual el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra; y el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne (1864), en la cual un profesor aventurero, su sobrino y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un volcán extinguido en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles gigantescos y prehistóricos que pululan en los bosques.
La creencia en una Tierra hueca estaba tan extendida que incluso Edgar Rice Burroughs, autor de Tarzán, se sintió obligado a escribir Tarzán en las entrañas de la Tierra (1929), en el que el famoso hijo de la selva va a Pellucidar, un mundo que se encuentra en la superficie interior de la Tierra y que está alumbrado por un sol central.
La sombra más allá del tiempo (1936) de H.P. Lovecraft transportó el tema a la época actual describiendo una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.
Estas y otras obras de ficción mantuvieron vivo el interés por la posibilidad de que la Tierra fuera hueca y de que escondiera otras civilizaciones. Así, cuando se avistaron los primeros 0VNIS en Estados Unidos en 1947 y la "ufomanía" azotó el mundo, surgieron dos teorías.
Los OVNIS debían ser naves extraterrestres de alguna galaxia lejana o pertenecían a seres avanzadísimos que habitaban en el interior de la Tierra. Estas teorías llevaron a recuperar las leyendas de las civilizaciones "perdidas" de la Atlántida y de Thule, en la creencia de que esta última se hallaba en el Ártico (no se debe confundir con Dundas, antes Thule, el enclave esquimal en Groenlandia, que es hoy una base aérea de los Estados Unidos y centro de comunicaciones).
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